No sé qué me está pasando.
Vuelve, te lo suplico de rodillas y con la cabeza gacha.
Vuelve para decirme que fui una imbécil,
que te quise más de la cuenta.
Vuelve para decirme que ya, no hay nada a lo que aferrarse
y que has perdido la esperanza.
Que has conocido a alguien y ya no quieres volver a mirarme.
Necesito sentir rabia, pero es que no me sale querida.
Te escribo para martirizarme, para que nunca pueda olvidarte.
Supongo que me encanta pensar que vas a volver,
pero tengo que dejar de engañarme a mí misma.
Tengo que empezar a ser algo realista.
Yo no soy gran cosa y nunca lo fui,
y tú eres tan perfecta...
Que me dueles.
Muy dentro.
Me has llegado a poner de los nervios con tus teorías
mientras yo he seguido fiel a las mías.
Siento haberte contestado mal alguna que otra vez.
Que te quiero joder, porque eres diferente,
porque me haces ser mejor persona,
porque cuando los demás se dedican a vivir,
tú existes.
Y me encanta verte existir entre esos sujetadores de encaje,
esos revuelos
y en esos ojos maquillados.
Pérdoname,
por seguir queriéndote a pesar
de que ya no me quedan ganas ni de quererme a mí.
Dios, en serio... No tienes cabida en este mundo terrenal.
Y perdóname, por hacerte creer que
soy alguien digna
cuando en el fondo sólo soy un remolino de actos vergonzosos.
Dame tu mano, y déjame que la acaricie con sumo cuidado,
déjame mecerte, por favor...
Mis recursos se han acabado
y mis ganas también.
Creo que dejaré de escribir por un tiempo,
porque se me está acabando la vida
y no puedo permitirme ese capricho.
Perdóname, por darte más a ti que a mí.
Perdóname, si quieres.
Perdóname.
No hay comentarios:
Publicar un comentario