miércoles, 31 de agosto de 2016

Puede que no interese.

De nuevo vuelvo a cubrirme con el sonido de las teclas las palabras espolvoreando
y poco a poco mis papilas gustativas
el dolor van saboreando.

Como un día cualquiera,
vuelve a mí el mayor símil
a tu gran belleza.
Quizá es porque me siento sola
o quizá porque en el campo
se están pudriendo las amapolas.
Quién sabe, subo la cantidad de alcohol en la copa
y mi graganta trabada vuelve a mecerse
en otra gran derrota.

Puede que no interese semejantes versos
pero con sumo cuidado y repelo
empiezo a capturar las bellezas que a mí se muestran
cuando te reflejas en el espejo.
Y puede que no te interese, a ti
cuando dormida admiraba tus mejillas
color carmín.

Siempre me pregunto cómo puedo
las lágrimas matar
y empiezo mezclando los recuerdos
otra vez a nombrar.
Me gusta despeinada,
y poco seria, como empiezo a mentar.
Vivirte entre mis piernas
es el mayor dulce al paladar.

Nunca rimo, pues desconfío
cuando mi piel se eriza al pensar
los pocos recuerdos que tengo de tu invernal rocío.
Desde las tetas a mi ombligo,
muy despacito empiezas el sublime castigo.

Y me mata la cordura que vivo
al borde del delirio,
acurrucada a tu ropa para sentir tu abrigo.
Que hoy por hoy es bastante nimio.

Pero aún así vuelvo, a tus brazos otra vez
para conmemorar nuestro primer adiós,
y quizá un nuevo amanecer.

Entonces abro los ojos, y observo a mi alrededor
todo lo que tuve anoche cuando con tus manos
rozaban mis brazos dándome calor.

Me gusta pensar que vas a leerme,
tal y como yo te leo mis favoritos versos.
Pero no estoy segura de que quieras creerme
al leer semejantes vocablos muertos.

Y tampoco creo que te interese demasiado
el mero hecho de amar,
pero me calma el alma cuando tu lengua roza mi desnudo paladar.

Y no hay mayor revelación
que tu torso desnudo
y tu boca desechando humo,
como un aspersor.
Pero me gusta admirarte así
sabiendo que mañana vas a venir
a cantar para mí,
los más bellos swings.

Así que aquí termino por hoy
desgarrando mi alma en estas teclas
y aclarándote que soy
la más fiel a tus tetas.

lunes, 29 de agosto de 2016

Somos éso.

¿Cómo he podido?
Hoy es como si nunca hubieses existido,
hay más bragas estampadas en mi cara.
Tu olor ha desaparecido,
y el sonido de tu risa es lejano, tanto
que no puedo escribirte.

Así que,
empezaré por lo más difícil:
No quiero ser tu poetisa.
No quiero mirarte y sentir que eres lo único,
no quiero perecer en las sábanas intentado distinguir entre ellas tu olor
o alguno de esos mechones que se escaparon de tus moños a medio hacer.
No quiero perseguirte en miles de imposibles
y en frases sin terminar.

Hoy, bajo un sol asfixiante
y yendo a noventa y cuatro kilómetros hora
me he dado cuenta:
No.
Simplemente ése monosílabo que nunca he podido pronunciarme al pensar en ti.
Al pensar en todas las cosas que tenía por ofrecerte.
Alguien me ha dicho que no te mereces mis textos,
y aunque te suene raro, yo también lo creo.

Desde la libertad,
y todo lo que tu quieras, no podemos ser.
Seremos en un bar, tomando cervezas
quizá alguna que otra risa,
con las mejillas rojas por el alcohol
y una ración de patatas.

Soy de mí misma, me quiero como nunca lo hiciste,
y por eso, te escribo hoy,
para decirte que ya está,
que te libero de carga.
Que me voy a ver mundo de la mano de otra mujer,
la mía, y sólo la mía.

Sin el miedo o los nervios en el culo
por querer parecer una tía decente,
por agradar a nadie más que no sea yo.

Que ya está, vuela pajarillo
que las estaciones te guíen en tu migración y te sea útil eso de llegar a tu destino.
Yo te quise, pero hoy, ya no.
Probablemente sea porque me he dado cuenta de que
tú nunca lo has hecho, porque en el fondo,
nunca me llegaste a conocer.
Porque supongo que nunca me dejé hacer
y si lo hice, no fue mi intención.

Y ahora sí, me despido,
intentaré escribirle a la felicidad,
o criticar el hambre, como buenamente me salga,
pues he de reconocer que me sabe raro el no hacerlo para ti.

Pero bueno, supongo que, en el fondo
nunca fuimos,
y hoy, sólo somos éso:
Pasado.
Que no vuelve, aunque duele
que no cesa y siempre se recuerda,
prometo hacerlo con una sonrisa.
No te creas que me despido,
aún nos quedan juergas, pero de momento,
sólo nos queda éso.

Gracias por este tiempo,
por tu ida y tu regreso.
Adiós Dory.

sábado, 27 de agosto de 2016

Perdóname.

No sé qué me está pasando.
Vuelve, te lo suplico de rodillas y con la cabeza gacha.
Vuelve para decirme que fui una imbécil,
que te quise más de la cuenta.
Vuelve para decirme que ya, no hay nada a lo que aferrarse
y que has perdido la esperanza.
Que has conocido a alguien y ya no quieres volver a mirarme.

Necesito sentir rabia, pero es que no me sale querida.
Te escribo para martirizarme, para que nunca pueda olvidarte.
Supongo que me encanta pensar que vas a volver,
pero tengo que dejar de engañarme a mí misma.
Tengo que empezar a ser algo realista.
Yo no soy gran cosa y nunca lo fui,
y tú eres tan perfecta...
Que me dueles.
Muy dentro.

Me has llegado a poner de los nervios con tus teorías
mientras yo he seguido fiel a las mías.
Siento haberte contestado mal alguna que otra vez.
Que te quiero joder, porque eres diferente,
porque me haces ser mejor persona,
porque cuando los demás se dedican a vivir,
tú existes.
Y me encanta verte existir entre esos sujetadores de encaje,
esos revuelos
y en esos ojos maquillados.

Pérdoname,
por seguir queriéndote a pesar
de que ya no me quedan ganas ni de quererme a mí.
Dios, en serio... No tienes cabida en este mundo terrenal.
Y perdóname, por hacerte creer que
soy alguien digna
cuando en el fondo sólo soy un remolino de actos vergonzosos.

Dame tu mano, y déjame que la acaricie con sumo cuidado,
déjame mecerte, por favor...

Mis recursos se han acabado
y mis ganas también.
Creo que dejaré de escribir por un tiempo,
porque se me está acabando la vida
y no puedo permitirme ese capricho.

Perdóname, por darte más a ti que a mí.
Perdóname, si quieres.
Perdóname.

viernes, 26 de agosto de 2016

Nunca dejé de hacerlo.

Ha sido un día tan raro.
Me he despertado y cómo no, no estabas.
He cruzado todo Madrid para alejarte de mi mente, y no puedo
mejor dicho, no quiero.
Podría engañarme, engañarlas
y en el fondo, todos seríamos felices.

Podría irte a ver de vez en cuando con la mera esperanza de darte dos besos,
como a alguien más.
Y no eres alguien más,
eres ése alguien; ¿entiendes?
No es por capricho,
Y probablemente me duela más a mi que a ti
el hecho de intentar engañarme
haciéndome creer a mí misma, que no me importas
y que quiero olvidarte.

¿Tú te lo crees?
Yo, a las doce y nueve minutos de la noche, sigo sin creérmelo.
Y sólo han pasado veinticuatro horas.
Imagínate que por algún casual, pasan otras más, nefasto hubiese sido.
Siento, con toda mi alma que seas tú
porque sé que no puedes corresponderme
y me toca sufrirlo, aunque tú quieras hacérmelo ameno.

Y lo siento,
siento el daño que hayan podido hacerte
pero yo no soy ellas, y aunque en su momento desaparecí del mapa
ahora quiero volver a las rutas más transitadas
para que admires el porte que saco,
al pasear a tu lado por pleno Madrid.
Siento que la vida haya dado tantas vueltas
y también que no fuese lo suficientemente valiente como para volver aquél mes de Agosto del dos mil quince.
Siento no haber aparecido algo antes,
y no ahora, tan tarde.
Tan doloroso.
Y lo siento.

Me encantaría ver tu cara nada más despertarme por las mañanas,
en el lado vacío de la cama
con mucha pereza y ganas de desayunar,
que me encantaría llevártelo a la cama, por cierto
queriéndote de todas las formas que se me han ocurrido hasta ahora: Lento, deprisa, con orgullo, con tristeza, con paciencia...
Bendita paciencia que en su momento no tuve.
Que aún recuerdo cómo fue: por impaciente, como siempre, por no esperarte en Madrid, en ese piso
con esa colcha y esas botas.
Con la música lenta, bailando al compás.
Y lo siento de nuevo,
el no poder dejar de quererte, digo.

Porque sé que te quiero,
o sino, ¿cuánto tiempo ha pasado?
y, ¿cuántas veces se me encogía el culo cada vez que pasaba por la línea tres de metro?
Ya te respondo yo, muchas.

Quería encontrarte, de frente
y mirarte de lejos
tan de lejos, que ni notases mi mirada.
Y cómo me conoces jodía que sabes de sobra que no te hubiese saludado.
Y éso si que lo siento,
no el no haberte saludado
sino la aspiración que hubiera dado
en la otra esquina del andén.

Me he propuesto escribirte cada vez que piense en ti
y en lo mucho que la cagué.
Me he propuesto no llorar,
y éso si que no lo he conseguido.
Siguen sudando mis ojos cada vez que no estás
y aunque sé, que no quieres que llore
que me quieres ayudar.
Ambas sabemos, que no puedes.
Porque el motivo de mi llanto, es aquél que me intenta calmar.
Y lo siento.

Siento ponerte en este apuro emocional mío,
siento el vuelco en el estómago cada vez que me hablas otra vez, para preguntarme 'qué tal'.
Y yo en el intento de hacerme la fuerte
te digo que bien,
pero hoy ya no puedo más.
Y quiero decirte que estoy mal, muy mal.
Que no quiero olvidarte porque sólo he escuchado tu risa una vez
y sé que podría dormirme escuchándola todos los días.

Hoy quiero decirte, con la mano en el corazón,
que te quiero,
y que a lo mejor, encuentres a otra que te quiera mejor que yo.
Y lo entenderé.
Y ahí, sí que lo sentiré
sí que lloraré,
sí que te querré.

Nunca dejé de hacerlo.
Y ésto, si que no lo puedo sentir.

sábado, 20 de agosto de 2016

Adicta.

Lo mucho que me gustaban tus caderas moviéndose al son que llevaban tus piernas subiendo por las escaleras,
es indescriptible.
Llevo mucho,
muchísimo, pensando en todas las cosas que quiero decirte,
pero la boca se me queda chica para soltarte tales monólogos,
y a la par, se me queda enorme cada vez que quiero besar tu vagina.

No voy a decirte lo típico,
no voy a decirte que me alegro de que seas feliz,
no voy a ser como el resto.
No. No me alegro.
Y no puedo seguir mintiéndome a mí misma
y a ti (aunque creo que hasta tú sabes mejor que yo, que esto es así).
Quiero regalarte las flores que te faltan en la mesilla de noche,
una sábana bordada con el más valiente puño feminista,
quiero comprarte comida china, aunque la odie y tenga que fingir que es un manjar al paladar.

Quiero ir a ver esos museos pendientes
y volar tras las largas borracheras.
Trabajar y ganarme la vida queriéndote,
en silencio,
como a mí me gusta.
Te diría que me besases,
pero no es la mejor opción;
así que me abrazas y llenas todo de color.
Mientras en la lavadora de mi vida, se me olvidó que había que meter una toallita atrapacolores.

La gente está enganchada a quererse, ¿te lo puedes creer?
A regalarse besos,
a darse caricias...
Pero no veo a ninguno enganchado a amar escribiendo.
Supongo que para eso estoy yo aquí:
Para darte lo poco que me quedó cuando te fuiste,
por si algún día, decidieses; no regresar, no...
Si no venir de nuevo.
Que es diferente.

A lo mejor, es que mis manos no están hechas para acariciarte.
A lo mejor, mi saliva no es el mejor reclamo, y lo siento.
Me hubiese encantado martirizarme
con la complejidad que me aportaba tu figura al desnudarse en mi mente.
Bella, firme... Inefable.

Y preciosa.
Éso... Éso era, 'preciosa'.

viernes, 19 de agosto de 2016

Puede...

¿Cómo estás?
No hace mucho que te escribo
pero me apetece hacerlo cada vez que no te siento cerca.

He fumado y después de rebuscar entre nuevas canciones,
he encontrado una con la que me apetece sacarte a bailar un día que vayamos de cervezas
y vistas uno de esos vestidos tuyos.

Me encanta dedicarte mi tiempo,
aún sabiendo que no vas a malgastar el tuyo prestando atención.
Me encanta imaginarte sonriendo
con un sol como el de la Toscana
y una cámara que pueda retratarlo,
me encanta pensar que llevaremos un par de tuppers sanos,
y quizá haya tiempo para un helado.

Puede que se acerque la noche y aunque me duela dejarte en la puerta de casa,
deba hacerlo.
Pero también puede, y te aviso, que me quedaré con las ganas de abrazarte
y de sentirte relajada si lo hago;
puede que me dé la media vuelta y te mire el culo subiendo las escaleras del portal...
O puede que no, porque quizá vaya directa a la parada de metro, quién sabe.

Puede que mire mil veces a la ventana y escuchando esta nueva canción,
me den ganas de imaginar historias;
que puede, repito, que no vayan a realizarse jamás.
Pero no importa, al menos, no ahora.
Mañana lo hará, y te volveré a escribir,
y probablemente te pida una segunda oportunidad
y estarás en casa, desconectada de la realidad,
y puede que respondas o que no lo hagas más.

Pero sólo entonces, te cantaré Get her back
con el peor de mis tonos y mocos hasta el cuello,
pues nunca jamás cantaré a nadie con tanta sinceridad.
Y me encanta, la canción digo.
Y tú, qué coño.
Me encantas ahora, no cambies tu nuevo yo.

jueves, 18 de agosto de 2016

¿Cómo?

Siempre te he querido
como el poeta quiere a su próxima estrofa,
con las ansias de que sea perfecta
y con la pluma un poco desgastada.

Siempre te he querido libre
y me esfuerzo por creérmelo...
Pero, ¿cómo puedo ser capaz de darme la media vuelta cuando la Luna se torna blanca y redonda?
¿Cómo he podido ser capaz de darme la media vuelta
cuando tu ser ansiaba compañía?
Lo cierto es,
que no lo sé.

Lo que sí sé, es que no puedo dejar de pensarte, imaginarte
en miles de lechos que no han sido los míos,
con otras flores que yo no te he puesto en el pelo,
con otras ganas y quizá
otra luz.

¿Cómo puedo hacerte justicia y dejar de añorarte
si cada ápice de mí se torna gris si no estás?

¿Cómo he tenido la cobardía en la garganta
de decirte que te quiero libre
si en el fondo sé que no es cierto?

Bendita alma rebelde,
dime cómo has podido sufrir lo que tus palabras me confiesan.
Dime cómo has podido vagar por otras piernas,
y no sentirte la más altiva.
Dime cómo,
y me iré, aunque no quiera.

Pero te parece bonito esto que te dedico antes de irme a dormir,
te parece bonito que te sienta
y que en mi firme propósito de volver a tocarte
te escriba, como nadie lo ha hecho nunca.
Te parece bonito,
pero...

¿Qué me parece a mí?

Que ya no estás, ni quieres.
Ni has querido, ni querrás...
Y es una pena que no arriesgues,
pues jamás ganarás.
Yo puedo aún ganar
con otra,
o seguir con tu recuerdo.
Lo tengo que barajar.

Y el pulso se me está cansando
pues ya no quiere mi corazón latir.
Y la pluma del principio
se está desgastando más,
junto a una vela que se consume
y un perfume que se va.

Así que arrojo mi alma con fuerza
a la más profunda mar
porque ya no tiene sentido
que siga respirando un aire que tú no puedes soplar.

Ya puedes correr hacia aquella que nubla tu piel
y tus ojos,
y que mantiene pegados a la tierra tus pies,
ya puedes correr hacia ella,
que creo que te espera el mayor hiel.
Y sigue así, sin mirar atrás
y quiérete,
y a mí no.

Te lo imploro, ¡corre!
que no se note tu ausencia nunca más.

sábado, 13 de agosto de 2016

Si aún quieres arriesgar.

"Un artista, no puede llegar a ser del todo feliz, siempre tiene que albergar algo de tristeza en él para poder existir."

Lo he intentado, aunque las malas lenguas me aturdieran.
He intentado mirar a tu lado de la cama con otros ojos,
pero es que no consigo aliviar mi roce si no estás ahí.

He intentado volver a ver Titanic, o el Diario de Noa,
esperando tus críticas, porque dices que soy una moñas,
he intentado volver a cocinar los espaguetis a la carbonara y la falta de amor,
les da muy mal sabor.
Y no mola.

He intentado dejar el café,
pero me vicia su amargura
mientras lo mezclo con la frescura de una ducha.
Y me encanta enjabonarme,
y pensar que vas a masajearme las cervicales como hacías.
Pero no lo haces.

Ya no haces nada, porque no estás.
Y me duele perderte aunque no lo creas.
Aunque creas que nunca me acordé de ti,
no hubo un día que no te pensara (lo juro...)
la agonía de tu vida, enmarcaba la mía en mil batallas.
Mías, en las cuatro paredes de la habitación,
en la que nunca estuviste, pero que llenaste.
Como mi vida, supongo.
O como las miles de historias que imaginábamos en la madrugada,
con las buenas noches aseguradas
sabiendo que me darías los 'buenos días' después.

Y me gustaba, ya lo creo que me gustaba.
Por eso te ruego que vuelvas a mi vida, de la manera que quieras;
porque yo sé que tú no eres mía,
y que yo soy de otra, que como yo, busque otra parecida a ti.
Vuelve para darme señales de que estás bien, y me basta.

Aunque si aún quieres arriesgar e ir a tomar un café o lo que surja, vayamos un día.
Que me encantará.
Gracias.

miércoles, 10 de agosto de 2016

Se hizo el hielo.

Estoy pensando en hacerme un café,
cargado, para activarme.
Tengo uno de esos croissants que tanto te gustan;
tienen chocolate.
Vente y nos comemos un par.
Y te como a ti,
y luego te venero, como cada noche al dormir rezo a tu esperanza.
Como una diosa, con tu altiva figura, siendo tan canija...

Te espero en el porche belga aquél del que tanto hablamos
con una montaña de libros,
y un montón de abrigos, botas y bufandas.
Se te va a enfríar el café, date prisa.

¿Dónde estás? El café se ha hecho hielo de esperarte,
y yo me estoy petrificando,
¿tanto tardaba tu avión?
Han pasado dos días y sigo sentada; me he comido los croissants.

¡Ey! Escucho el rugir de un motor,
¿No me digas que vienes en taxi?
¡Sí! Eres tú, divina con tus botas y tu nuevo corte de pelo...
Te desparramas por la acera como si fueras de diamantes
y como si yo fuera la mayor experta en joyas.

Te miro desconcertada y pasas por mi lado,
y tu perfume me embriaga, como siempre.
Me agarras del brazo y penetramos el porche
donde quedamos hace unos días.
Has llegado tarde, pero parece ser que me da igual, querida.

Me tocas la rodilla con tus manos suaves y finas,
como las de una pianista.
Y me encanta sentir ese calambre
que rebota en mi ser cada vez que me rozas.
Así que tomo tu mano y la guío junto a tu alma hasta dentro del dormitorio para quererte y sentirte en tu máximo esplendor.

Y al terminar te vistes,
te acomodas el tanga y me dices adiós,
mas yo te despido pintando un lienzo de tus recuerdos
adornados con una pizca de acuarela
para darte rubor en las mejillas,
o quizá ese brillo en los ojos
que te torna musa.

Así que bien.

martes, 9 de agosto de 2016

M de musa, de ti.

Quiero escribirte hoy
a ti personalmente, porque te echo en falta.
Siento que te me estás yendo, y me duele,
aunque no notes mi pesar,
aunque no te fijes en cómo me duele que elijas
pasar tiempo con ella
a conmigo.

Pensaba que te había superado
pero Dios Santo, soy tan ingenua...
Ni siquiera he empezado a olvidarte.
Y soy coherente cuando digo que nunca, pasaré mejores momentos con nadie, como los pasaba contigo
nunca encontraré a nadie que me reparta equidad
te vuelvo a escribir a ti,
compañera en fuerza
hermana comprensiva,
tú que calmas mi piel a tiras:
Hola de nuevo, ¿cómo te va?
¿Sigues buscando el amor?
Quizá no pueda aconsejarte en exceso querida,
pero puedo amarte cuando y como quieras:
En la cocina, antes o después de comer,
en el baño antes o después de la ducha,
en tu cama;
o quizá no te ame en ningún lado
pues tu buscas a otra damisela
ésa que sepa darte lo que buscas,
o quizá no te ame, porque no me lo merezco
y qué ingratitud más grande se le presenta a este ser desnudo
envuelto sólo en un manto de rosas y blues...
Pues musa de todos mis escritos
y todas mis voces a pleno pulmón, cuando intento conjugar la dulce agonía que recorre mi piel al no poder tocarte la mejilla, por ejemplo.

Quizá esté destinada a amarte en silencio
o en las pocas veces que puedo verte,
pero me gusta ahogar mis vicios en lo que representa tu esencia.
Y me quema,
como cuando el mechero te hace ampolla porque el metal anda caliente.
Pues igual.

Y tengo las manos quemadas por tantos sitios ya...
Que merece la pena seguir hasta que se caigan.
Y me gusta, porque es por ti,
mi musa,
y por nadie más.

Postscriptum: Recuerdo que un viejo amigo me dijo que una musa es como un regalo del cielo,
que no todo el mundo puede sentirlo.
Me dijo que aparecen de la nada
como ángeles encarnados que salvan tu vida del desastre.
Y poco a poco,
te das cuenta, de que no hay nadie más
y que sólo ésa musa puede erizarte la piel todos los días de tu vida.

07/04/2021

A siete de abril de 2021 soy consciete de que mi vacío realmente no va a llenarse. Que te fuiste, me rompiste y ya no tengo cómo arreglarme....