Hoy he soñado contigo, has aparecido como una bala para volver a abrir la herida que creía cerrada.
Me has vuelto a matar con tu risa despreocupada, tus ganas de retratarme y tus únicas armas que una cámara y una guitarra.
Has vuelto para hacerme entender que aún te necesito. Que aún te sigo esperando.
Que aún noto mis labios esbozar una sonrisa cuando creo verte.
Que aún quiero buscarte entre miles de caras...
Que aún te quiero.
Pero tú, verdaderamente, no estás.
No me esperas con tu cámara y tu guitarra.
No quieres retratarme, porque sino te hubieras quedado. Hubieras hecho el esfuerzo de buscar en mis palabras las indirectas que te lanzaba.
Prefiero escribirte en la lejanía, con la esperanza de que algún día me leas, aunque en el fondo sepa que no va a ser así.
Prefiero tener magulladuras del dolor intenso que provocan tus esquives a mi cochambroso ser.
En el fondo siempre te he querido esperar y supongo que no me queda nada más allá de unas conversaciones sueltas, unas miradas furtivas, sonrisas al amanecer...
Y un par de porros a medio fumar.
Has vuelto a mi recuerdo y ahora no consigo expulsarte...
Bueno, en el fondo, si no lo hago, es porque no quiero que te vayas.
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