domingo, 17 de febrero de 2019

¿Me has abandonado?

Hoy me he despertado con la desgana del preso carcelario,
me he despertado con ganas de hundir la cabeza en las sábanas, pero no puedo,
tengo cosas que hacer.
Hoy me he levantado, me he tomado un zumo y me he ido a la calle, a disfrutar el sol en la cara, en las manos, en mi piel.
Hoy me he levantado y no quería vivir. No es costumbre, pero el momento lo requería.
Viviendo en tu casa, entre el aire que respirabas y las mantas que te ponías para la hora de la siesta.
Te echo tanto de menos, que ya no me duele nada,
ni los puñetazos en la pared, ni las miles de horas que me paso pensando en cómo sería darte un abrazo y sentir refugio en tus brazos.
Cierro los ojos, abro las palmas de las manos y pido por favor que venga la ventisca que afirme que aún no me has abandonado.

Voy buscando respuestas a todas las preguntas que me hacías, voy buscando preguntas a todas las respuestas que me diste, pero nadie sabe darme lo que necesito, ni siquiera yo misma...
Ni siquiera los amaneceres lo consiguen.
Ni siquiera la música puede ayudarme a escribirte, ni siquiera la vida puede hacer que vuelva a verle color al mundo.
Los días monótonos van pasando, y pasan las semanas y yo sigo en el mismo sitio estancada donde me dejaste.

Voy reptando por las esquinas, intentando conseguir que algo cambie,
intentando conseguir lo que nuca me había propuesto: salir adelante.
Y ya no sé si te sientes orgullosa o no, porque hace más de un año que ya no sueño contigo, y no sé si es porque te has ido o porque ya no consigo verte.
Así que me encierro en la música triste, en las baladas que oíamos cuando era pequeña,
en las mañanas en las que hacíamos carreras para ver quién se viste antes.
En los croissants tostados y en la mermelada de fresa que nuca me ha vuelto a saber bien.

Me encierro y me encierro en espirales autodestructivas, porque desde que no estás nada tiene ilusión fuera de casa.
A veces me encantaría volver atrás, a esa cama en la que postrada te dije que volvería, y no volví.
Me encantaría volver a las miles de veces que me escapé sin saber muy bien porqué.
A las noches dándote masajes y los besos a media noche antes de tomarte la pastilla para dormir.
Me encantaría volver a acompañarte al hospital, porque no mereces estar sola,
volver a ser tuya, y que me digas que me quieres con toda tu alma.
Volver a verte, volver a abrazarte, volver a sentirte viva.
Cómo duele.
Cómo me arde el puto pecho mamá.

Me mienten, me dicen que todo va a ir bien y que podré superarte, pero cómo pueden decir eso si ni siquiera saben lo que es no tenerte, ni siquiera saben lo que significa estar a tu lado, contigo.
No entienden que tú das la luz a las noches y la sombra a los días.
No entienden, y como no entienden, no entiendo porqué se creen con el derecho de decir que algún día podré superarte.
Porque sé que no puedo, sé que hay muchas cosas pendientes.
¿Qué haré cuando tenga treinta y tantos?
¿A dónde irán las dudas que para ti, y sólo para ti, guardaba?
¿A dónde iré yo, mamá?
Dímelo. Por favor.

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07/04/2021

A siete de abril de 2021 soy consciete de que mi vacío realmente no va a llenarse. Que te fuiste, me rompiste y ya no tengo cómo arreglarme....