martes, 25 de octubre de 2016

Pececillo.

Y ahora,
es cuando me apetece correr hacia casa en busca de una luz tenue,
un sonido del televisor augurando el final de Pasapalabra,
un pequeño cuerpecino que se olisquea mis zapatillas
y el reclamo de una cena caliente.

Ahora es cuando añoro todo lo que tuve y
me doy cuenta de todo lo que llegué a perder.
Intento calmar mis ansias de venganza, porque sé que sólo yo soy la culpable
y que sólo yo merezco recibir castigo.
Ahora es cuando intento,
aunque no pueda, sonreír
todo lo que no lo hice a tu lado;
llorar las lágrimas que mereciste saber.
Ahora, que puedo hablarte sin recibir eco alguno de tu voz
ahora que puedo llamarte y gritarte,
consolar tu recuerdo en el olor de tus pañuelos,
de tus colonias,
de tu armario,
de ti;
ahora y no antes, y tampoco más tarde
grabo mi rendición a tu ser en estas líneas
e inauguro el ritmo decadente mediante el cual la soledad marchita mi ser.

Siento desdicha,
porque nunca quiero parar de rendirle tributo a tu ser.
Corre el veneno de la indiferencia por todo mi cuerpo
y vibro al ritmo del humo que suelta
esa maravilla enrollada y con hebras de tabaco por zapatos,
y ahí siento, que he de concederte unos minutos
en compensación por los que nos quedaron por pasar.

Llevo tu recuerdo tatuado en una ojeras que no me abandonan,
y en un pulso acelerado que me irrita las sienes,
llevo tu recuerdo en el vientre, como tú antes que yo.
Y pienso, que ahora, me parezco un poco más a ti,
por la forma en la que arrugo el ceño cuando sonrío
o por cómo abro la boca al enfadarme,
al levantarme del sofá y al sentarme cruzando las piernas,
ahí estás tú cariño.
Angelical esperando tu retorno concebido en tu prole.

Adornabas mi rutina con las mejores comidas,
y mis noches en guerra con sumo cuidado al acariciar mi cabeza,
que por cierto, ya no dejo que nadie más lo haga.
Es tu sitio en mí, aparte de mi alma
que en parte contigo se fue,
y lo sabes.
Mis despertares silenciosos,
ofreciéndote un beso de buenos días nada más amenecer tus ojos.

Y tu brillo ha quedado en el recuerdo,
el mío intenta mantenerse a flote
con los restos de los tuyos que quedaron grabados en las fotos de Nochevieja,
o en la cama, probablemente un mediodía de Martes o Miércoles,
en el hospital, y en el sofá agarrando a Silvestre, que por cierto se preguntará
dónde estás.
Y yo no tengo el valor de enseñarle los restos de tu olor,
no tengo el valor de decirle que te has ido.

Y ahora, tengo el coraje de necesitar un abrazo,
o una tarde de películas del videoclub
con palomitas, Risketos y algún refresco.
Pero, ahora, sólo me queda anhelarte enfrente de una piedra
al frío que poseen los pasillos del descanso eterno
que con tanto shock ha golpeado nuestros terrenales seres.

Ahora te digo adiós,
sentada en el sillón, donde me gustaría volver a rendirte tributo más tarde.
Te quiero pececillo.

lunes, 24 de octubre de 2016

Te espero.

Han llovido muchos metros cúbicos,
los cafés se me han quedado apalancados.
A mis mañanas les faltan tus sorbos ruidosos y esa manera de comerte el croissant que tanto odio.

A mi sábana, le falta tu olor
a mis labios tu carmín,
y supongo que a ti no te falta nada,
si acaso ése cepillo de dientes que te olviste el baño pequeño
o quizá esa canción que no ha dejado de sonar en el gramófono.
Lenta y suave, como tu té de las tardes.

Abro mis ojos y lo que encuentro es una realidad que consiste en subir la persiana
y ver a las hormigas mundanas desperdiciar su tiempo
tal y como yo antes desperdiciaba el mío.
Sin las prisas o las pausas
por hacerlo bien o mal.

Descubro a mi paso que las hojas se han marchitado
y que el otoño traerá consigo ese par de botas negras que tanto se ensuciaban con el barro
o esos patucos de andar por casa, con sus flores y sus mariposas.
Los paseos por los que andabas se tornan grises
y las esquinas de las calles mayores, pequeñas,
los bocatas me saben a corcho
y los álamos no cubren con la misma sombra.

Las toallas de la piscina siguen secándose al Sol
y ahora están más húmedas que ayer.
He hecho tortilla de patatas
tienes alioli si quieres aderezarla,
o sino, mantente fiel a tus cereales con leche caliente y cacao.

Mantente fiel a ti misma,
ya que a mí no lo hiciste
y mira a través de la rendija del buzón
por si un día te llegan las cartas que nunca tuve el valor de enviar,
mantente alerta por si en algún momento suena el tono de llamada de tu móvil
o el timbre de la puerta.
Mantente, quieta y respirando pesadamente
mientras que yo te hago musa inmortal en estas palabras
para mantenerte viva
cuando ya te me has muerto.

Te espero aquí, en los cafés
en los cereales,
en la canción que sigue sonando
y en los parques que se han tornado grises.
Hoy te espero,
quizá mañana no.

07/04/2021

A siete de abril de 2021 soy consciete de que mi vacío realmente no va a llenarse. Que te fuiste, me rompiste y ya no tengo cómo arreglarme....